Investigaciones en humanos y modelos animales buscan evaluar la influencia de la presencia de las progestinas (que son los metabolitos de la hormona progesterona) en los efectos comportamentales tras el consumo de drogas de abuso; de tal manera que los efectos adictivos de estas drogas afectan de manera diferente a las mujeres que a los hombres; teniendo en cuenta que las progestinas están en mayor concentración en el sexo femenino, las fluctuaciones de estas con el ciclo femenino influirán en la sintomatología asociada al consumo de drogas de abuso, como por ejemplo mayor intensidad de búsqueda ansiosa por cocaína cuando los niveles de progesterona están más bajos durante el ciclo menstrual. Estas fluctuaciones hormonales, pueden marcar los periodos de mayor vulnerabilidad a la dependencia de drogas de abuso en las mujeres. Esta situación enmarcada por la condición endocrina debe también ser tenida en cuenta al momento de establecer medidas interventivas al consumo de drogas de abuso.
En un análisis secundario de una base de datos en dos estudios de cohorte realizados en la ciudad de México de 1993 a 2000 sobre exposición a Plomo; se evaluaron las variables antropométricas de los recién nacidos de mujeres (793) que indicaron ser fumadoras durante la gestación y los recién nacidos de mujeres que no fumaron durante la gestación. Encontrando que los hijos de madres fumadoras durante el embarazo pesaron 154 gramos (IC 95% - 284.7 – 24.7) menos y midieron 0.79 centímetros menos en comparación con los hijos de las mujeres que no fumaron durante el embarazo. Estos hallazgos ponen en evidencia el daño producido por el consumo de tabaco sobre la población infantil y dichos resultados son similares a otros estudios en los que se ha observado que los recién nacidos de madres fumadoras tienen en promedio 200 gramos menos de peso que los recién nacidos de madres no fumadoras.
El consumo de drogas de abuso durante el embarazo sobrepone un problema serio de salud, debido al riesgo que representa en la madre su condición misma y los eventos fisiológicos adaptativos para el desarrollo de una nueva vida y la discrepancia de consumo de drogas de abuso y las repercusiones perinatales y postnatales que representan; dadas por el riesgo de teratogenicidad de la sustancia misma o la sobreposicion de causas multifactoriales en el desarrollo de estas anomalías fetales e inclusive los efectos a largo plazo que se pueden presentar en hijos de madres consumidoras. Se realiza una revisión de los diferentes efectos gestacionales de las principales drogas de abuso; la marihuana se ha asociado a alteraciones en el crecimiento del feto; la cocaína a malformaciones fetales del sistema cardiovascular, genitourinario y digestivo, la heroína a complicaciones obstétricas e infecciosas en la madre, las anfetaminas a restricción del crecimiento intrauterino simétrico, hemorragias post parto y partos prematuros. Por tanto todo embarazo en el que se detecte un habito toxico debe ser considerado de alto riesgo, tomando las medidas oportunas para que las pacientes se alejen de este consumo.